sexta-feira, 16 de novembro de 2007

Parque Nacional Chitwan


la huella del rinoceronte

la tigresa triste




Después que la Ale y el Pato se fueron, partimos de vuelta a Katmandú para hacer los trámites de la visa para el Tibet.

La visa demoraría unos días en estar lista y ya habíamos recorrido buena parte de Katmandú, así es que decidimos comprarnos uno de los miles de paquetes turísticos "all inclusive" que venden en Nepal (lo más conveniente en el caso) para el parque nacional Chitwan, en el sur, ilusionados con la posibilidad de ver animales en libertad.

Dormimos en un hotel donde nos trataron como reyes (no es malo de vez en cuando.... jeje) y nos sobrealimentaron. Hicimos varios tipos de paseos. Anduvimos en jeep por el bosque que tenía un olor delicioso y nos llevaron a un pequeño instituto donde crían "gaviales", extraña especie de cocodrilo con el hocico (=focinho) alargado (=comprido) en extinción. En ese centro caminamos hasta una jaula donde había un tigre, una hembra, con la mirada perdida. No entendí cómo, estando en un parque nacional, me mostraban un tigre encerrado, pero nos contaron la historia. Una tigresa, que tenía tres cachorros (=filhotes) un día casó un hombre de las villas que rodean el parque, y así otro y otro y otro, en total, seis personas en 65 días. El naturalista del hotel nos explicó que una vez que un tigre prueba la sangre humana se envicia y sigue... Por eso, los habitantes de las villas terminaron linchando a la tigresa y los tres cachorros de tigre, que ya estaban más grandes y que probablemente habían probado la carne humana con la comida que traía la madre, fueron llevados a este centro y enjaulados para protegerlos de que no los mataran también. Eran dos machos y una hembra. Los machos murieron y la hembra, era la tigresa que More y yo conocimos. La historia da pena y más aún la mirada impresionantemente triste de la tigresa que gruñía, solitaria en la jaula...

Dejamos la historia triste atrás y nos llevaron por el río en canoa, vimos cocodrilos y un montón de patos siberianos, además de una puesta de sol con los himalayas al fondo.

Al amanecer nos subieron arriba de un elefante y partimos de vuelta al bosque, estábamos en el mejor medio de transporte para la situación, silencioso, panorámico, obediente y respetado por todos los animales que podíamos encontrar en el bosque. Vimos javalíes, pavos reales (=pavões) y otros pájaros y venados. De repente cuando íbamos tranquilos escuchamos un grito fuertísimo, era un venado que sale corriendo detrás de un grupo de árboles y después otro venado y así varios y el guía nos dice "the tiger!!!" y lo vimos, lindo (la verdad linda, era una hembra), grande, ágil, impresionante, corriendo atrás de los venados. Los venados se agruparon cerca del elefante y la tigresa paró, cerca de nosotros y tranquila nos observó. Los venados corrieron de nuevo y la tigresa los siguió y se perdió en el bosque. Tuvimos suerte, es muy difícil ver un tigre de bengala y más aún tan cerca y cazando. Me impresionó que a sólo unos metros de donde vimos el tigre habían casas y plantaciones, realmente andan por ahí.... y me acordé de la historia de la tigresa triste...

Acabamos nuestro paseo del bosque yendo a bañar a nuestra elefanta en el río y terminamos bañándonos junto con ella, parecíamos niños chicos!

Chitwan, que en un principio fue una opción para pasar el tiempo, terminó siendo un paseo increíble de naturaleza fuerte. Hasta ahora no logramos parar de pensar en el tigre corriendo atr'as de los venados.

Maca

1 comentário:

Anónimo disse...

Será que me gustan realmente más los elefantes que las jirafas ahora? Jajajijij...
Un beso Maca,
Elaine